lunes, 26 de enero de 2009

Ramona Ríos

Ramona Ríos era muy delgada, morena y ágil como un mimbre. Solía llevar un gorro de lona en verano y de lana en invierno. Andaba siempre con una manada de perros que ella gobernaba con una rama de sauce.
Vivía en el monte, en una casa, se decía, donde los perros eran los dueños y señores.

Se la veía llegar desde lejos, caminando por la arena hasta el boliche de Verón. Compraba poca cosa: una galleta, vino... Los perros la esperaban afuera olisqueando el palenque de tronco de eucalipto.

Sin someterse a gesto de varón ni a mandatos sociales, Ramona fue mi primera heroína feminista.

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